martes, 31 de enero de 2012

El mayo parisino de 1968


Yo también estuve, pocos días, pero fundamentales, en el mayo parisino de 1968. Por entonces trabajaba en un periódico vespertino de San Sebastián llamado “Unidad” que a la vez estaba vinculado empresarialmente con la agencia informativa de carácter nacional “Pyresa”. A principios de mes comenzaron a llegar noticias intensas sobre algunos disturbios estudiantiles en la Universidad de Nanterre, la segunda del país después de la Sorbona y que estaba situada en las afueras de la capital, aproximadamente a 20 minutos en metro. Era, además, un centro muy particular y avanzado puesto que para ingresar en ella no se requerían estudios previos, sino pasar un examen de acceso bastante riguroso. Esto suponía, lógicamente, que entre sus alumnos había una mayoría que procedía de clases sociales bajas, pero que a la vez habían de mostrado una gran inteligencia y formación.
Llegó un momento en que los problemas universitarios de París, a los que luego se unieron trabajadores, entre ellos los de la fábrica Citroen, llegaron a adquirir una dimensión muy
grande en aquel año en el que se habían producido ya otros acontecimientos importantes en el mundo como la Revolución de Fidel Castro en Cuba, la revolución cultural china o la independencia de Argelia. Entonces la agencia pidió al periódico de San Sebastián (quizá por ser el mas próximo a la frontera francesa) que enviase a un redactor que, lógicamente hablase francés y yo, que en aquel momento tenía el cargo de redactor-jefe de la sección de cultura, fui el elegido.
Entonces, con mis 39 años y el afán aventuro-profesional que siempre presidió mi trabajo, fui a casa después de que el administrador del periódico me diese unos cientos de francos para los gastos, me preparó mi mujer un pequeño maletín, pues tampoco se trataba de un viaje de muchos días, y un compañero me llevó a la estación francesa de Hendaya, a unos 20 kilómetros de San Sebastián, donde tomé un tren nocturno que me dejó en la estación parisina sobre las nueve de la mañana.
Allí en metro seguí hacia el barrio latino en busca del Hotel Deux Eglises, que ya conocía, situado muy cerca de la Universidad de la Sorbona y en el que una placa recordaba que en tiempos pasados había residido Picasso. Un hotel modesto, pero limpio y restaurado.
Era el día 12 y la calle estaba tranquila aunque se veían bastanteas adoquines levantados, mucha policía con cascos y escudos y pocos estudiantes. Lo primero que me llamó la atención en este paseo por el Barrio Latino fueron la pintadas ingeniosas y alusivas a los hechos que sucedían como “la imaginación al poder” –que era el lema general- , “prohibido prohibir”, “para ser realistas hay que pedir lo imposible” o “la calle vencerá”.
Más o menos procuré introducirme en el ambiente para sacar temas para mis crónicas sobre todo al día siguiente, cuando se organizó la ocupación de la Sorbona por la mayor parte de los estudiantes llegados desde Nanterre, que fueron luego desalojados por la policía. Se organizó una lucha bastante desigual, lógicamente, pués los estudiantes solamente disponían de adoquines que arrancaban de la calle o piedras de alguna obra en construcción, mientras que las fuerzas policiales llevaban todo tipo de armas antidisturbios, incluidas las tanquetas lanza-agua. Una gran parte de los manifestantes, fundamentalmente estudiantes, lideratos por Daniel Cohn-Bendit, más conocido por Dany el Rojo, de tan solo 23 años, tomó casi al asalto el cercano Teatro Odeón, donde en aquel momento esta actuando la compañía de Jean Louis Barrault con la obra “Galileo” de Bertold Bretch.
Yo también permanecí allí un día encerrado –porque al fin y al cabo yo era informador y era donde estaba la información- y tuve la suerte de encontrar teléfono en uno de los despachos de la dirección del teatro para dictar alguna crónica.
Todo lo demás puede leerse en cualquier libro de historia que explique bien la continuidad que duró hasta final de mes.
Yo salí del teatro y me fui a dar otra vuelta, no sin correr algo de riesgo aunque mi documentación de periodista extranjero me liberó tanto de unos como de otros y me fui al café
“Les Deux Magots”, el local mítico por donde habían pasado Bretón, Picasso, Gide, Leger o Hemingway y donde seguían teniendo su mesa reservada Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, con los que coincidí y tuve ocasión de charlar un momento con ellos, y por la noche no pude evitar ir un par de horas al "bistró", "Le lapin agil", por donde también habían pasado Picasso y sus amigos, y se iniciaron Trenet, Piaff y otros cantantes que llegaron a ser famosos, para escuchar un poco de música tipica de la capital francesa como "Padam, padam", "La vie en rose" o "París, toujours París".
Solo añadiré que un mes después tuve que volver a París para informar sobre un combate del boxeador vasco Urtain, que se celebraba en el Elysee Montmaitre, y vi colgada toda la decoración del “Galileo”, pues era el local que había podido encontrar Barrault para seguir con su obra de gran éxito, dejando su día de descanso para los habituales combates de boxeo. Me resultó original, como es lógico, esa situación del ring en el centro, y por las paredes laterales los decorados de teatro.
Y al día siguiente, retorno al hogar en el tren que, de nuevo, me dejó en Hendaya a donde me fueron a esperar compañeros del periódico.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde los años 60 España ha ido siempre hacia arriba, por los trabajadores en España y todos los que antes y después tuvieron que emigrar.
Por lo visto volvemos a esos años 60 años después. Y volvemos a vivir días angustiosos de lucha por nuestros derechos. Derechos adquiridos que ahora perdemos inexorablemente para que otros sigan aumentando su renta y su poder.
Albino amigo, hombre que ha vivido aquellos hechos. ¿Qué será de nosotros?
Nuevo ciclo que solo espero superemos con cordura.
Vicky

Las cosas de Albino dijo...

Yo, con un cierto optimismo, espero que el ciclo se supere, como paso con otros. No está lejos todavia el del petroleo de 1973 que afectó a todo el mundo.
En cuanto al mayo del 68 parisino, fue más limitado pues solo afectó a ese pais con la lucha de trabajadores y estudiantes contra el gobierno del General De Gaulle. Pero yo, al estar alli, en el Teatro Odeon, lo encontré incluso con una dosis de romanticismo.
De todas maneras en el momento actual, el paro en España es insostenible y de alguna manera se tiene que reducir, precisamente a costa de esos que tu dices bien siguen aumentando su renta y su poder. Lo único que pido es que todo sea por la vía del razonamiento y de la paz.

BB dijo...

Tu forma de narrar acontecimientos que sucedieron, hace ya tanto tiempo, los vuelve actuales y nos introducimos contigo a el Paris, convulsionado de aquella época.
y ese encierro involuntario en el Odeon, durante la accidentada presentación de Galileo. Increíble.
Pero igualmente, el romanticismo aflora y es el momento de recordar al Gorrión, cantando Padam, Padam o La vie en rose, como solo ella sabía hacerlo.
Un lujo haber conocido a tantísima gente, como a Sartre y su amada Simone y sentarse a dialogar con ellos en el mítico cafe Les Deux Magots.
Desde ese entonces, el mundo sigue andando y nada parece tener la solución esperada. Todos los errores se repiten, como un film mirado en reversa.
Un post estupendo.
Un abrazo
BB

Las cosas de Albino dijo...

Me alegra BB tu comentario que coincide plenamente con mis impresiones. Aquella revuelta de estudiantes que tuve la oportunidad de vivir por razones profesionales, y una vez metido en ella tambien ideológicas, tuvo mucho de romanticismo que se respiraba en todo el Barrio Latino. Había ansias de libertad que, por supuesto, en España tampoco teníamos y en Francia estaba bastante cercenada por De Gaulle.
El encierro en el Teatro Odeon fue porque era el local grande más proximo a La Sorbonne. Pasé 24 horas felices. La compañía que estaba actuando era la de Jean Louis Barraut con la obra "Galileo" de Bertold Brecht.
En cuando a "Le lapin agil" que sigue abierto y sin modificar, pues aun tiene autografos de Leger o de Picasso en las paredes, es un local donde se sigue cantando la misma musica de Piaff, Brel, Trenet o Brasens y donde sigo pasando unas horas cada vez que vuelvo a Paris.
Cordialmente

Anónimo dijo...

¡Qué suerte! Simone de Beauvoir!

Susana

Las cosas de Albino dijo...

Susana, en el café "Les deus magots" hay tres asientos apoyados en una de las paredes, donde figuran las placas recordando que allí se sentaban Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre y Ernest Hemingway. El dia que yo fui éste no estaba, pero lo conocí en Pamplona durante unos sanfermines.

BB dijo...

También yo visité ese café, y la emoción de estar allí, fue total.
BB

Las cosas de Albino dijo...

En efecto, BB, tomarse un café en "Le deux Magots" es como compartir, aunque ya no se encuentren entre nosotros, con todos los genios del arte, la literatura y la canción francesa de la primera mitad del siglo XX. No están sus cuerpos, pero siguen sus espíritus y nos atraen sus recuerdos.

Susi DelaTorre dijo...

Emocionante este post!Lo he releído pues temía dejarme algo.

Y si... esperemos que al final todo sea por la vía de la paz y el razonamiento.

Has comenzado con gran fuerza a encauzar el blog. ¡Adelante!

¡Un gran abrazo!

Las cosas de Albino dijo...

Gracias Susy por tus palabras.
Verás que solamente intento continuar con el periodismo, pero como ya apenas accedo al presente (salvo en el caso de Asunción Balaguer) me doy una vuelta por el pasado.Y procuro hacerlo con la mayor naturalidad, porque nunca me gustaron las retóricas de algunos colegas.
Quiero ser sencillo en todo. Lo fui en mi trabajo y lo soy en la vida.
Cariños

Anónimo dijo...

Albino, como me gusta lo que escribes y de que manera a nos lo haces vivir ¡¡la verdad que que trabajo mas bonito y de conocer a tanta gente¡¡me imagino que como todo tendrá su otra parte, pero uf¡¡que maravilla¡¡y mil gracias por compartirlo.
chus