miércoles, 25 de enero de 2012

Mi primera ópera...y las siguientes



Soy un fanático de la Ópera. Me parece el espectáculo más completo pues tiene acción teatral, escenificación y vestuario, al margen de sus características propias derivadas de la música como son el canto individual, el coral, el ballet y, por supuesto, la orquesta interpretando partituras que van desde Monteverdi hasta Stravinski, pasando por los grandes clásicos del género entre los que, haciendo un pequeño resumen, puedo citar a los italianos Verdi, Puccini, Rossini, Donizetti o Bellini, el francés Bizet, que aunque hizo varias óperas, se consagró con “Carmen”, los alemanes Wagner y Beethoven (aunque este solo compuso una, “Fidelio”), los rusos Borodin y Musorsgki y el gran austriaco Mozart tanto en sus operas dramáticas como en las humorísticas, entre ellas las tres sobre libreto italiano "Don Juan", "Cossi fan tutti" y "Las bodas de Fígaro" .
Pero no es cuestión de convertir esta página de blog en un relatorio y por eso cito solamente a algunos de mis favoritos.
La primera vez que fui a la ópera tendría unos 12 años, pues era cuando se iniciaba el largo período de la posguerra civil. Mis padres me vistieron de “señorito” y me llevaron a ver “La
Boheme” de Puccini con la que volvía a su actividad la Asociación de Amigos de la ópera de Vigo, mi ciudad natal. La compañía era una de esas que se formaban para hacer “bolos”, es decir funciones aisladas en el lenguaje teatral, contratando a cada cantante de un lugar, un coro local y una pequeña orquesta sinfónica también local.
La cosa iba más o menos bien, aunque en aquel momento no era mi música favorita, entre otras razones porque no se acercaba a mi tema que, curiosamente, estaba más cerca de los pasodobles que tocaban las bandas en las fiestas de los pueblos. Todo fue un tanto monótono hasta que el tenor, un tal Salvatore Romano, que luego resultó que era nombre artístico de un mediocre
cantante asturiano, cuando iniciaba su romanza soltó un gallo lo que fue respondido, lógicamente desde el gallinero, con potentes silbidos. Entonces el tenor se adelantó hacia las candilejas y mirando hacia arriba soltó en clarísimo español un “hijos de puta” bien sonoro. En el patio de butacas, el de los señoritos locales y autoridades, comenzaron a increparlo y en ese momento entró una pareja de la policía armada y uniformada (los grises) en escena, lo
agarraron por cada brazo y se lo llevaron prácticamente arrastrado porque se oponía a abandonar el escenario. Tras una pausa y una explicación, la ópera continuó con otro tenor, quizá algún corista que se sabía el papel. La deducción que yo saqué, sin pensar en otras consecuencias, fue que la ópera, si siempre se representaba así, era algo muy divertido.
Pasó algún tiempo y mi segundo contacto con este género musical, fue desde el escenario, aunque, lógicamente, no como cantante, sino como figurante. Estando ya en la universidad de Santiago tenía un compañero, Enrique Vázquez Yebra, que era un gran bajo y que participaba en las temporadas de A Coruña. Nos llevó a dos amigos y en una representación de “Aída” consiguió que fuéramos comparsas, a titulo gratuito pero con bocata asegurado. En esa función conocí también a otro cantante local, bajo-barítono, con quien luego hice bastante amistad, Antonio Campó, padre de la actual y bella Marta Sánchez. Los dos fallecieron casi seguidos, hace unos cinco años. Las funciones fueron de más altura artística y ya tuve ocasión de escuchar a figuras como Mario del Mónaco y a una soprano, coruñesa también, llamada María Luisa Nacher.
Pero luego la opera fue poco a poco entrando en mi bagaje cultural y acabó convirtiéndose en una de mis pasiones estéticas que también se extiende, en el campo musical a la opera-rock y cuando está bien montada, a la zarzuela.
Escuché ópera en muchos teatros del mundo y tuve ocasión, por pura causalidad, de oír a María Callas en Lisboa en una “Traviatta” en la que debutaba Alfredo Kraus, y después a la mayor parte de los cantantes importantes a los que, a través de mi vida profesional, tuve ocasión de entrevistar.
También, en mi época madrileña trabajando con José Tamayo, participé como ayudante de dirección en los montajes de “Doña Francisquita”, “Marina” y la comedia musical “Al sur del Pacífico” todas en el Teatro de la Zarzuela, pero esto lo contaré en otro blog para poder extenderme.
Como siempre, cuando una persona me cae bien, y lógicamente yo le caigo bien, de la entrevista suele salir como mínimo un conocimiento y como máximo una amistad, como las que mantengo con Plácido Domingo, el bajo italiano Carlo Colombara, el barítono español, uno de los mejores del mundo, Carlos Álvarez, Ainoa Arteta, la gallega Laura Alonso, que reside en Berlín y canta en todo el mundo, María José Moreno, que en este momento es vecina mía, o directores musicales como Víctor Pablo Pérez, actual titular de la Sinfónica de Galicia, Alberto Zedda o teatrales
como el revolucionario Calixto Bieito.
Y por si fuera poco ahora, a través del facebook me enganché con otros cantantes como el tenor Celso Albelo, los coruñeses Borja Quiza, Javier Franco, Victoria Alvarez Acón y Alba López Trillo, estas dos vecinas de mi hermoso pueblo, así como María José Montiel o Milagros Poblador.
Y yo sin saber dar una nota.
En la fotografía puse a Alfredo Kraus, por respeto y por admiración.

10 comentarios:

Susi DelaTorre dijo...

Menos mal que te ha gustado mucho la ópera, porque la primera anécdota ¡es de lo más impactante!

Siempre ilustrando, ¡gracias Albino!

Anónimo dijo...

Albino,
Me encanto el blog!
Saludos

Marcos

Anónimo dijo...

No se como ni por donde he llegado aquí.de verdad que me parece que esto promete, así que leo y guardo para regresar.
Amanecer

Las cosas de Albino dijo...

Es cierto, Susi, que me gusta mucho la ópera, como el teatro, los conciertos sinfonicos y ¡por qué no! tambien el buen rock.
Esa primera anecdota con "La Boheme" y en los primeros años de la dictadura impacto a todos los espectadores y a mi me animó.
Gracias por estar

Las cosas de Albino dijo...

Marcos, mi sobrino argentino, me alegro que te guste este blog, muy personalista, en el que iré desgranando situaciones de mi vida, especialmente pasadas porque el futuro creo que será solo para recordar y escribir.
Algún día lo haré sobre tu país del que tengo tanto que contar desde los tangos de "El viejo almacén" o el mercado de San Telmo hasta la guerra de las Malvinas, de la que estuve informando.
Un abrazo para todos los que componeis mi familia porteña

Las cosas de Albino dijo...

Aunque no es la hora del Amanecer, es posible que algún día te lea en ese momento del día. Espero ofrecerte alicientes para regresar.
Cordialmente

Anónimo dijo...

La pregunta sería, ¿qué no te gusta?. Supongo que conocer de tu mano esta experiencia, siempre enriquece, no es lo mismo que a mi me guste la ópera que a ti, porque la manera de introducirnos a ella es tan diferente...
Eres grande!

Las cosas de Albino dijo...

Milú: La verdad es que me gustan tantas cosas que no tengo tiempo para aburrirme. Me gusta todo lo que signifique cultura, teatro, cine de calidad (sigo fiel al cine negro de los años 60 y 70), musica y por supueso óperas y musicales, desde Haendel hasta Andrew Yoyd Webber, lectura, escritura deportes (lo que gocé hoy, pero tambien sufrí, con Nadal).
Asi que por exclusión me horroriza la tele-basura y una serie de periodicos diarios que no voy a nombrar.
Por cierto que en Valencia teneis buena ópera desde que funciona ese palacio de la musica cuya orquesta dirige Zubin Mehta. Ahora a primeros de febrero está programado un "Don Juan" de Mozart que no te debes perder.
Que lo disfrutes

Anónimo dijo...

¡¡Qué agradable!!
Susana

Las cosas de Albino dijo...

Gracias, Susana